3 de septiembre de 2012

La Opinión de nuestra Subdirectora



El lenguaje  nos hace especiales y únicos, porque  es una necesidad natural en el ser humano, somos seres que necesitamos validación constante, para poder movernos en el sistema social, todo el tiempo tenemos que sentir que somos importantes para alguien, para una organización y  es por eso que las personas suelen juntarse en grupos de acuerdo a sus diferencias, gustos, preferencias ya que es justo ahí donde se les recuerda que son realmente especiales y así lo proyectan en su entorno. Sin embargo, En ocasiones  hablamos y usamos palabras que realmente no entendemos y sin intención muchas veces distorsionamos por completo un mensaje o algo que queremos comunicar.
Hoy de nuevo nos enfrentamos a la implementación de las normas de calidad,  es por esto que cuando hablamos de una auditoria de sistemas, la mayoría de personas siente temor ante un hecho tan sencillo como lo es la evaluación  sistemática, documentada, periódica y objetiva que consiste simplemente en la visión general de la eficiencia, eficacia, efectividad y fiabilidad del sistema de gestión.

Es objetiva porque debe de ser  realizada por profesionales que guarden una relación de estricta independencia con el sistema a auditar, además tendrá que ser una revisión normalizada, dónde las  normas garanticen que las conclusiones alcanzadas en la auditoria, responden a unos criterios mínimos comunes para todos los auditores.
Las auditorias analizan el funcionamiento del sistema, sus puntos fuertes y débiles, se centran en buscar los aciertos y fallos a lo largo del tiempo, no es una inspección. Los resultados de la auditoría son debidos a un análisis minucioso, ordenado y planificado por parte del auditor, que permiten un grado alto de fiabilidad, lo que la convierte en sistemática.

Y decimos que es periódica, porque  los sistemas de gestión son implantados en un determinado momento, para una organización y unas necesidades empresariales. Los cambios en la organización, los seres humanos, los procesos, entre otras y  pueden generar que lo que hoy es adecuado, deje de serlo.


“La excelencia moral es resultado del hábito. Nos volvemos justos realizando actos de justicia; templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de valentía”. (Aristóteles)

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